sábado, 17 de mayo de 2025

 

El amor...

Pero, ¿qué es el amor, si no un sinfín de sentimientos y emociones distintos entre sí, girando alrededor de un mismo eje? Ese eje, en ocasiones, eres tú, en otras, soy yo. Para mí, el amor ha sido el cúmulo de experiencias intensas condensadas en una línea de tiempo que parece desafiar la lógica de los relojes y calendarios.

He recorrido esos distintos niveles del amor, cada uno fluctuando con su propia intensidad y matiz. En algunos momentos, el amor ha sido como un océano en calma, sereno y acogedor, un refugio donde los latidos del corazón encuentran su eco en el suave movimiento de las olas. En otros, se ha transformado en una tormenta feroz, con olas que se elevan hacia el cielo, desafiando la tranquilidad de mi ser, agitando todo a su paso.

El amor, en su esencia más pura, es un maestro exigente que me ha llevado por caminos de alegría desbordante, pero también me ha guiado por senderos de tristeza y melancolía, cargado de reflexiones y aprendizajes dolorosos pero necesarios.

¿Alguna vez has sentido cómo el amor te transforma? Cómo te lleva desde la euforia del primer encuentro, a través de la profunda conexión del entendimiento mutuo, hasta la aceptación serena de los defectos y diferencias. El amor es ese viaje desde la superficie brillante y atractiva, hacia las profundidades oscuras y ricas en misterios.

En mi viaje personal, el amor ha sido un espejo en el que me he visto reflejado en todas mis formas: en mis momentos de fortaleza y en aquellos de vulnerabilidad. Ha sido una fuerza que me ha empujado a explorar los rincones de mi alma, descubriendo facetas de mí misma que desconocía.

Y en esta exploración, he aprendido que el amor no es una entidad estática, sino un río que fluye, cambiante y vivo, es la búsqueda constante del equilibrio entre dar y recibir, entre compartir y preservar, entre fusionarse y mantener la individualidad. Es un baile entre dos almas, a veces sincronizado, a veces discordante, pero siempre, de alguna manera, hermosamente complejo.

Y así, mientras continúo recorriendo los distintos niveles de este amor, sé que cada experiencia, cada emoción, es una pieza vital en el mosaico de mi vida. El amor, en todas sus formas, es la música de fondo que acompaña cada paso de mi danza a través del tiempo.

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