sábado, 17 de mayo de 2025

 

Y todo comenzó así...


Mucho tiempo anduve divagando con firmeza, asegurando que lo tangible era lo creíble. La vida, en su sabia danza, se encargaba de mostrarme espejos en donde tenía que verme. Los ignoré, esos reflejos fugaces en charcos de lluvia, en ventanas empañadas por el aliento de la mañana, en los ojos de los otros que me hablaban sin palabras.

Hasta que una fuerza interna, hizo que volteara la mirada. Y ahí, en ese giro sutil pero trascendental, todo cambió. Los espejos ya no eran meras superficies; se convirtieron en portales, en maestros silenciosos que me enseñaban el arte de mirar más allá de la piel, más allá de los huesos, hacia un alma que danzaba con la luz y la sombra.

¿Alguna vez has sentido ese llamado, esa necesidad imperiosa de mirar hacia dentro, más allá de lo que tus ojos físicos pueden ver? Es un viaje que comienza en un suspiro, en el reconocimiento de que lo que creemos conocer, y esto es solo la superficie de un océano inmenso y misterioso.

Desde ese momento, las verdades que una vez me parecieron sólidas como rocas comenzaron a disolverse, como sal en el agua. Me encontré flotando, liberada de las viejas creencias, pero también desorientada en esta nueva inmensidad. ¿Has estado allí, en ese punto de no retorno, donde lo viejo ya no te sostiene y lo nuevo aún no se ha revelado?

Y así, en medio de la incertidumbre, encontré una nueva forma de ser, una que abraza tanto la luz como la oscuridad, reconociendo que cada una tiene su belleza, su propósito.

En este viaje hacia lo desconocido, me he encontrado a mí misma, y cada día es una nueva oportunidad para explorar, para aprender, para crecer.

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